LA FOTO IMAGINARIA

"Imputo la inmobilid de la foto presenten a la toma pasada, y esta detención es lo que constituye la pose, ... en la foto algo se ha posado ante el pequeño agujero quedándose en él para siempre. ... En la fotografía la presencia de la cosa (en cierto momento del pasado) nunca es metafórica."
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-Roland Barthes, La Cámara Lúcida-

TODAS MIS FOTOS SON IMAGINARIAS

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Eugene Atget, Hôtel de Jassaud
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Dibujo y Pintura

lunes, 29 de noviembre de 2010

Tarkovsky, Nostalghia (1983)

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AndreiTarkovsky, 

Nostalghia 

(1983)







Dirección: Andrei Tarkovsky.
Intérpretes: Oleg Yankovsky, Domiziana Giordano,
Erland Josephson, Patrizia Terreno.



Andrei Gorèakov (Oleg Yankovsky) es un poeta ruso que se encuentra recorriendo Italia investigando las vivencias de un compositor del siglo XVI.
Con él viaja Eugenia (Domiziana Giordano). Ambos se toparán en su camino con el apocalíptico Domenico (Erland Josephson).


Dentro de la filmografía de Andrei Tarkovsky nos encontramos con muchos temas a explorar, pero hay dos que se impone sobre el resto. El primero gira entorno al hombre que trata de sobreponerse a la situación y cambiar el mundo mediante sus actos. Este tema sigue la constante ética de Kant, en la que se establece que por pequeñas o insignificantes que sean las acciones de un hombre, este debe comportarse como si de su actuar pudiese cambiarse el mundo.


Esto impregna el cine de Tarkovski en el que los hombres tratan de ir más allá de lo que realmente pueden: Un niño tratará de comportarse como un adulto en La infancia de Iva, Andrei Rublev preferirá hacer un voto de silencio a seguir hablando en un mundo en el que no se le escucha, Chris Kelvin en Solaris tratará de vencer a sus propios deseos y recuerdos, tres hombres en Stalker irán en busca de una habitación que concede cualquier deseo, tanto Goskino en Nostalgia, como Alexander en Sacrificio tratarán de cambiar el mundo mediante un acto de sacrificio.


En este caso, Goskino tratará de cruzar la piscina termal del Baño Vignoni, con una Vela encendida. Se trata de un acto de sacrificio total, en el que el objetivo final va mucho más allá de la promesa que le hizo a Domenico. Se trata de una acción purificadora, para el, y para el resto del mundo.





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El poeta ruso Andrei Gorchakov (Oleg Iankovski) visita Italia acompañado de una intérprete llamada Eugenia (Domiziana Giordano).


Se hospedan en un hotel de Bagno Vignoni, donde conocen a un loco cuyo nombre es Domenico (Erland Josepshon).


“Nostalghia” fue el primer filme rodado por Tarkovsky fuera de la URSS. Se trata de su película más personal, junto a “Zerkalo” (El espejo, 1974), ya que los sentimientos de nostalgia que invaden al personaje del poeta, no son más que una extensión de la angustia del propio Tarkovsky, que se vio forzado a marcharse de su país, como consecuencia del maltrato continuo al que se veía sometida su obra por parte de las autoridades soviéticas.


Tras alcanzar la madurez y consolidación de su lenguaje cinematográfico con “Stalker” (1979), el autor ruso crea una nueva obra maestra a partir de una puesta en escena milimétrica, en la que destacan la sublime composición de planos y las secuencias de larga duración sin cortes, enmarcadas por una cámara que se mueve de forma pausada.


La Italia que nos presenta Tarkovsky es una Italia brumosa y gris, rodeada por un halo de misterio, entendiendo el misterio tal y como lo hacía el filósofo alemán Josef Pieper. Es decir, no como algo exclusivamente negativo y referido a la oscuridad, sino como una luz, pero una luz de tal plenitud que el conocimiento humano es incapaz de percibir en toda su totalidad. Esa concepción del misterio, refleja a la perfección la filmografía del maestro ruso.


Para Tarkovsky, la realidad no sólo se limita a lo que vivimos, sino que también se compone de aquello que recordamos o soñamos. Son esas ensoñaciones y recuerdos, en los que se utiliza un tono sepia, los que nos muestran el sentimiento de nostalgia del poeta; que permanece arraigado a la tierra de su patria, a la calidez de su mujer María.


Esta película nos enfrenta al deseo de querer congelar en nuestra memoria los momentos que le arrebatamos al olvido para vivir permanentemente en ellos.
En esta cinta no nos vemos proyectando a la realidad nuestros deseos, como uno espera a veces ver en el cine. Se pueden ver lo que desean los protagonistas pero la mayor parte del tiempo renuncian ellos o no tienen la fuerza de voluntad para concretarlos por el peso de lo vivido.


La forma en que se estructura la película no es un constante ir y venir para de esta forma expresar los hechos que provocan la nostalgia de los personajes, lo que más bien hace es llevar a imágenes esa superposición de lugares y deseos personales que va construyendo nuestra memoria.


Por ello probablemente nunca existieron para los protagonistas las situaciones y los lugares que se expresan en sus recuerdos por lo que nunca podrán recuperarlos.
Estos recuerdos más bien van constituyendo una carga en la memoria de estos seres, exiliados de la patria y también de la realidad.
Aparte de un asunto de gusto, se debe reconocer la sinceridad del cine de Tarkovski, que no va en función de identificarse con los personajes, aspecto que siempre rehuyó.


Todo está en que crea una alternativa cinematográfica a la nostalgia del propio autor por su patria, sus otras opciones eran impedir que la vida avance ya que no puedes desarraigarte de tus recuerdos y tienes que llevarlos a tu realidad presente como ocurre con el poeta, o en caso contrario ser capaz de dejar en el pasado aspectos importantes pero que te impiden continuar, como ocurre con la traductora, pero el tercer camino tan solo la combinación de cine y locura lo hacen posible.


Es una película para ver con calma y no necesariamente de una sola vez como la mayoría de las películas de Tarkovsky.







ASCENA DE LA PISCINA




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